ACCIDENTES DE TRÁFICO Y SUS SECUELAS PSICOLÓGICAS EN NIÑ@

“Los accidentes de tráfico son una de las primeras causas de muerte y de problemas de salud en los niños y niñas residentes de los países desarrollados”

Así reza una de las afirmaciones que acompaña al estudio de Daniel Zehnder, del Hospital Infantil de Zúrich (Suiza) y recuerda que existe una larga evidencia de que los pequeños involucrados en los siniestros pueden sufrir estrés psicológico a largo plazo (revista Child and Adolescent Psychiatry and mental Health)

Con ellas, ya son varias las fuentes que nos hablan de la importancia de evitar el estrés psicológico que este tipo de siniestros pueden ocasionar. Se sugiere, que con una atención psicológica temprana, se puede evitar el desarrollo posterior de un Trastorno de Estrés Postraumático (EPT).

En la tabla siguiente se citan las categorías diagnósticas que con mayor frecuencia se relacionan con accidentes de tránsito, aunque no sean las únicas. En este artículo, nos vamos a centrar en los síntomas, consecuencias y tratamiento de EPT en niños y niñas.

TRASTORNOS MENTALES ORGÁNICOS

Alucinosis Orgánica

Síndrome Post Conmocional

Trastorno de Personalidad Orgánica

Demencia

Trastorno del Humor-Afectivo Orgánico

TRASTORNOS NEURÓTICOS

Trastorno Disociativo

Trastorno de Pánico

Fobia Específica

ESTRÉS GRAVE Y TRASTORNOS DE ADAPTACIÓN

Reacción a Estrés Agudo

Trastorno de Estrés Postraumático

Trastorno de Adaptación

 

DEFINIENDO EPT

Se trata de un trastorno que surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en casi todo el mundo. Por ejemplo: catástrofes naturales o producidas por el hombre, accidentes de tránsito, el ser testigo de la muerte violenta de alguien, el ser víctima de tortura, violación u otra experiencia que atente contra la integridad de la persona, etc.

 

El impacto del evento traumático se da a nivel SOMÁTICO y EMOCIONAL. Una experiencia es traumática para un niño/a si es REPENTINA, INESPERADA y NO-NORMATIVA; si rompe el marco de referencia del niño/a y de sus necesidades psicológicas.

Al trauma lo entendemos entonces, como la existencia de uno o varios eventos inesperados que sobrepasan la habilidad natural del niño/a para adaptarse a esa situación; que al mismo tiempo ocasiona una sobreexcitación psicológica y que produce una debilitante sensación de pérdida de control y vulnerabilidad.

CÓMO SABER SI ES EPT. SÍNTOMAS

El EPT es un tema que hasta este siglo ha sido poco estudiado y menos son los estudios de cómo tratarlo especialmente en el caso de los niños/as.

Éste, lo entendemos como el producto de un estado alterado de conciencia instintivo que afecta al organismo. Entramos en tal estado cuando percibimos que nuestra vida está ante una amenaza y si el niño/a es sobrepasado por esa experiencia se queda atrapado en este modo de supervivencia. Este estado, entonces, está diseñado en nuestro organismo para activar respuestas defensivas de corto plazo, pero se quedan activadas con el tiempo y dejan de tener su función positiva para convertirse en síntomas, que describiremos más abajo.

No es el evento en sí, sino la forma, el cómo lo significa el niño/a y su capacidad de responder al evento ya que hay una fuerte activación del sistema nervioso autónomo.

Las respuestas del trauma de parte de los niños/as va a depender de diferentes variables, entre ellas su desarrollo emocional, sensorio –motor, cognitivo y social.

El desarrollo emocional de un niño/a sin duda va a afectar la respuesta al trauma, es así como un niño/a que tiene un apego seguro, se espera que muestre un ajuste más positivo y de largo plazo al trauma, que un niño/a que tiene un apego inseguro o ansioso/ambivalente.

El nivel de desarrollo cognitivo (pensamientos) de un niño/a, así como su desarrollo social en la época del trauma también va a ser importantes para la adaptación. Hay estudios que indican que mayores grados de destrezas sociales y cognitivas, pueden permitirle al niño/a ejercer más control sobre su ambiente, de manera que puede reducir su ansiedad y la posibilidad de eludir futuras tensiones o experiencia traumáticas. Pero, según otros estudios, también es posible que un mayor grado de desarrollo cognitivo puede hacer que los niños/as sean más vulnerables a cierto tipo de traumas debido a que cuánto más avanzadas son las habilidades cognitivas, se dan mayores percepciones de la falta de control a una valencia negativa más alta hacia el evento.

Por ello, hay estudios qua hablan de que el trauma puede tener mayor impacto en los niños/as que tienen una edad que oscila entre 2 y 7 años de edad debido a que la regulación de la autoestima, el control del ambiente y del ser se están desarrollando. Aunque, puede, que a mayor desarrollo cognitivo y un aumento de edad, un niño/a se puede hacer más vulnerable al trauma, porque puede ser más consciente del impacto de la experiencia traumática, se entera de más detalles.

Siguiendo con esto, se debe tener en cuenta que el cerebro del niño/a está en constante desarrollo bajo patrones que van desde lo más primitivo hasta lo más complejo. Existe pues, un periodo crítico de crecimiento que supone una ventana de vulnerabilidad a muchas situaciones extremas con el entorno. Las experiencias de vida pueden modificar al cerebro maduro, pero en los períodos críticos del desarrollo temprano, las experiencias de vida organizan los sistemas del cerebro.

Otro motivo para proceder a una intervención temprana, es que cuando percibimos una amenaza, el organismo (cuerpo/mente) entra en un ciclo de sobre-activación:

– Los músculos se tensan, se incrementa el ritmo cardíaco, se acelera la respiración.

– En respuesta, el organismo produce adrenalina y cortisol, ambas hormonas que activan las respuestas de huir, luchar o reaccionar.

– En este tercer estado, se descarga esta energía producida en acciones defensivas: gritar, correr, patear, patalear.

– Por último, el organismo descargado retorna al estado de equilibrio.

A esta secuencia se le denomina el Ciclo de Activación, y el poder hacer toda la curva ayudará al sujeto a no quedarse atrapado con la carga de energía activada por la amenaza. Pero, puede que no sea así. El trauma ocurre, como consecuencia del inicio del ciclo de activación al que no se le permite finalizar, dando paso a los síntomas de estrés postraumático.

Curva de Activación interrumpida = Trauma

Siendo así, los síntomas de EPT que se desarrolla más que una patología hay que verlos como el estilo de adaptación predominante del niño/a ante la situación traumática:

  • FÍSICOS: Insomnio, pérdida de apetito, dolores de cabeza, estómago, debilidad muscular, coordinación motriz pobre.
  • AFECTIVOS: Depresión, ansiedad, afecto constreñido, miedo, vergüenza, culpa, rabia
  • COGNITIVOS: Distractibilidad, distorsiones del tiempo, recuerdos recurrentes, pesadillas.
  • CONDUCTUALES: Regresión, representación, distanciamiento, aislamiento, reactuación del evento, juego postraumático, hipervigilancia, respuestas de sobresalto, susto.

En ocasiones, los síntomas de EPT se pueden confundir como síntomas de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad, o como síntomas de Trastornos de Conducta, o como síntomas de Trastornos de Ansiedad o como síntomas de Trastornos Afectivos. ¿Por qué? Porque nuestros cerebros racionales tienden a interrumpir este ciclo de activación y cuando esto ocurre, el sistema nervioso se queda en un estado de excitación permanente; aun cuando el peligro haya desaparecido, el cuerpo y la mente responden como si el peligro siguiera presente.

TRATAMIENTO

Existe una mayoría de niños/as que se recuperan del impacto traumático en un breve periodo de tiempo. Pero, si transcurrido un mes el niño/a aun manifiesta síntomas de estrés, se recomienda comenzar con un tratamiento psicológico adaptado a sus necesidades y situación personal.

Existen varias terapéuticas, entre ellas, está la de exposición, que empleamos junto con otros procedimientos; así como, narrar el suceso vivido, técnicas cognitivas (trabajo con los pensamientos) y la relajación. Estas estarían dentro de las técnicas cognitivo-conductuales.

Sin embargo, puede que el niño/niña presente una situación en la que estas técnicas no terminen de abordar su problemática. Niños/as con dificultades de lenguaje, mutismo selectivo, amnesias, etc.

Es estos casos, podemos recurrir a técnicas como EMDR, Terapia de juego, Técnicas corporales, etc. se pueden comprender estas fases durante el proceso terapéutico:

Juego sensorio-motor. Cuerpo, movimiento, respiración, sentidos

Trabajo con las funciones de auto-apoyo. Autoestima, recursos propios, resiliencias aun presentes. Juegos de mesa, tolerancia a la frustración, toma de decisiones, etc.

Trabajo con la energía agresiva. Debido al trauma esta energía queda desequilibrada, por exceso o por carencia.

Expresión emocional. Surgimiento de las emociones y las necesidades del niño/a una vez restaurada la energía agresiva. Psicoeducación de los sentimientos y emociones, para comprender también la conducta e identificar lo que le sucede.

Auto nutrición. Una vez restaurada la expresión de la rabia y el reconocimiento de los sentimientos, el niño/a necesita enfrentar aquellos mensajes y creencias limitantes para su vida y para con el resto.

Es importante recordar, que hablar sobre lo sucedido no es tan importante para el niño/a como expresar las emociones presentes con respecto a los eventos. No hay plena conciencia de esto, aunque si alivio temporal, de aquí que no se interviene directamente con el recuerdo, ya que este conlleva a más dolor, más angustia y a la retraumatización, nunca enfrentamos al niño/a al trauma de forma directa, si lo hiciéramos podemos atraparlo e inmovilizarlo por el miedo una vez más. Vamos poco a poco.

OBJETIVOS TERAPEUTICOS

El objetivo es que el niño/a adquiera y recupere habilidades para gestionar su ansiedad, especialmente en aquellas situaciones que contribuyen al desarrollo del trastorno.

El proceso terapéutico tiene como meta que el niño/resuelva y resinifique la experiencia del trauma y renegocie consigo mismo las fuerzas positivas que lo han ayudado a sobrevivir, a salir adelante hacia una existencia más feliz.

Al atravesar el trauma, el niño/a surge más fuerte, más poderoso/a, para ir construyendo una personalidad madura, fase por fase.